El país entero ha recibido con optimismo el inicio de la gestión del Presidente Martín Vizcarra y se le desea el mayor de los éxitos, frente a los problemas y desafíos dejados por la gestión de PPK. Uno de los campos en el cual esos problemas y desafíos son mayores es en el campo de la salud pública. 

En el caso de la promoción de mejores estándares de salud de la población, ha hecho bien el Presidente en observar la ley que modifica la Ley 30021 de Alimentación Saludable del 2013 introduciendo los denominados semáforos en las etiquetas de los alimentos, recomendados por la industria alimentaria y que confunden totalmente a la población. Esperemos que el Congreso encarpete ese proyecto que no beneficia a una alimentación saludable. 

Sin embargo, ese no es el problema principal que debe rectificar el Gobierno con relación a este tema. Recordemos que la Ley 30021 establece que deben adoptarse los parámetros de la OMS para definir los estándares permitidos en los alimentos procesados con relación al azúcar, la sal y las grasas, que en exceso son causantes de muchas enfermedades graves como la diabetes, la hipertensión, los problemas coronarios y otros. Así se definió mediante DS 007-2015-SA de abril del 2015, pero en junio del año pasado, siendo ministra Patricia García y viceministra Silvia Pessah, actual titular del portafolio, se aprobó el DS 017-2017-SA que modificó lo aprobado en el 2015 y elevó los estándares permitidos favoreciendo a la industria de alimentos, como se observa en el siguiente cuadro: 

Por lo tanto, una lucha consecuente por la alimentación saludable implica no sólo modificar la forma cómo se advierte a la población de los estándares elevados mediante octógonos y no el semáforo, sino principalmente regresar a los parámetros recomendados por la OMS y establecidos mediante el DS-007-2015.

Otros retos

En el mismo campo de la promoción de salud, el Gobierno debería retomar un proyecto de ley que fue aprobado en la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso en el año 2015 suprimiendo la publicidad del tabaco, pero que por presiones de la industria tabacalera nunca lo aprobó el Pleno y luego fue enviado al archivo.

Igualmente, la lucha contra la anemia en niños menores de cinco años se convierte en un reto mayor porque aunque en el decenio pasado hubo un descenso permanente hasta el año 2011, luego se ha incrementado en forma alarmante y no se ha logrado revertir en los primeros dos años del actual gobierno. Esta es una prioridad para la salud de nuestra niñez.

En el campo de la prevención de enfermedades el reto principal es ampliar la cobertura de inmunizaciones para impedir el rebrote de enfermedades que no teníamos desde hace casi dos décadas como el sarampión y otras enfermedades prevenibles. Un reto similar tenemos frente al dengue, la malaria, la fiebre amarilla, el zika y la chikungunya, que pueden ser controladas si se fortalece la fumigación y la calidad del agua para controlar la presencia de los vectores que transmiten esas enfermedades infecciosas.

Por otro lado, en el campo de la atención de las personas el país tiene que reforzar la lucha contra la TB, porque aunque se viene reduciendo lentamente aún tenemos 31 mil casos nuevos cada año, de los cuales el 6% son casos resistentes y extremadamente resistentes al tratamiento convencional requiriendo estrategias intensivas y medicamentos mucho más caros. Asimismo, la infección por VIH que hasta el año 2015 se ha logrado detener el incremento de casos y empezar a reducirlos, requiere reforzar las estrategias de prevención y mejorar los esquemas de tratamiento que por norma son gratuitos para todos los pacientes, independientemente que tengan un seguro o no. En ambos casos, como país, tenemos el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados a nivel mundial de erradicar estas enfermedades hasta el año 2030. Corresponde al gobierno fortalecer las políticas de estado y dotar de los recursos necesarios que nos permitan lograr tales objetivos.

Tenemos también el reto de reducir enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades coronarias y otras, directamente vinculadas a una alimentación no saludable, la vida sedentaria y el estrés cotidiano, que se pueden contrarrestar con estrategias de prevención y promoción de hábitos saludables. Igualmente se requiere retomar el Plan Esperanza para prevenir y controlar los principales cánceres que afectan a nuestra población como son los de cuello uterino, mama, estómago, colon, próstata, pulmón y leucemias, que lamentablemente se debilitó en los últimos dos años. Y sin duda, es indispensable fortalecer las estrategias en favor de la salud mental con amplia participación comunitaria.

Para todo ello se requiere fortalecer y ampliar el Aseguramiento Universal y en particular el Seguro Integral de Salud, que permita garantizar a toda la población el acceso a los servicios de salud. Pero a la vez se requiere fortalecer la oferta de servicios, principalmente en el primer nivel de atención que podría absorber hasta el 80% de la demanda si se mejora la infraestructura, se dota de los recursos humanos necesarios y se garantiza un buen equipamiento y medicamentos suficientes. Y esencialmente si se garantiza un trato humano y la atención oportuna a quienes acuden a los servicios de salud, sean públicos o privados.

En el caso de los medicamentos se deberá corregir los errores de gestión que llevaron a un desabastecimiento generalizado de medicamentos el año pasado. Y se requiere ampliar las compras corporativas para garantizar un abastecimiento suficiente en los servicios públicos y permitir además que las farmacias públicas puedan vender a todo el público medicamentos genéricos de calidad, compitiendo con el monopolio de las cadenas de farmacias.

El presidente Vizcarra tiene retos muy importantes en el campo de la salud pública, pero no imposibles de alcanzar. Con firmeza en el timón y viento a favor pueden lograrse grandes cambios que el país necesita.


(Foto: Esan)